Francia no es sólo comida deliciosa, romance increíble y casas de moda. En Francia se respira una cultura y un ambiente impresionantes, y una arquitectura impresionante. Algunas son simplemente originales, mientras que otras son de las más bellas del mundo. Sólo eso ya es motivo suficiente para visitar el país, con todas las delicias culinarias que se pueden esperar de una visita.
A veinte kilómetros de París se encuentra Versalles, que ha sido un lugar frecuente en los acontecimientos históricos. El parque y el complejo del palacio son un hito importante en la respetable ciudad. Antes era la residencia real, pero hoy es uno de los lugares emblemáticos que hay que visitar.
El palacio es famoso por sus parques. Se trata de un surtido de exuberantes callejones, jardines y orangeries. La vegetación es tan variada que no te cansas de verla de una vez. En el siglo XVIII, el conjunto de palacio y parque sirvió de modelo para la arquitectura europea.
El Fontainebleau es uno de los principales palacios de Francia pertenecientes a la realeza. Está situado en la parte sureste de la capital francesa. Está rodeado de los activos naturales de una zona boscosa exuberante. La estructura en sí está compuesta por una serie de elementos llamativos.
El complejo incluye pulcras torres, delicados edificios contiguos. Por cierto, algunas partes del palacio suelen compararse con las elegantes fougères. La construcción se inició en el siglo XII a instancias del rey Luis VII, que deseaba tener una residencia en un terreno tan hermoso.
La ciudad llamada Mont Saint-Michel se estableció ya en el año 709. Ocupa una zona en una isla remota que rodea el caprichoso mar. Una muralla de la fortaleza está presente como protección. Cada año, cientos de miles de turistas curiosos visitan el lugar.
La zona es famosa por sus fuertes mareas. Se producen prácticamente cada 24 horas. La altura de la marea puede alcanzar los 14 metros. En la isla hubo una vez una pequeña capilla y una abadía. En el siglo XI, apareció una iglesia románica y luego un monasterio. En el siglo XII se construyó una torre. Así nació el complejo insular.
Cuando se visita Marsella, no hay que dejar de visitar el Château d’If. Está a 3,5 km del Puerto Viejo. El castillo ocupa una isla en miniatura rodeada por las aguas del mar Mediterráneo. La zona es famosa por sus numerosas e intrigantes leyendas y a menudo fue escenario de las historias de Alejandro Dumas.
Los edificios del castillo impresionan por su mera masividad. Para algunos, su aparición es aterradora; para otros, el espíritu de la ansiedad es una fuente de inspiración. En el interior del castillo hay placas que indican que el Conde de Montecristo, la Máscara de Hierro y otros personajes literarios fueron sus prisioneros.
Notre Dame de París es un punto de referencia en la capital francesa y en todo el país. La iglesia católica ha sido testigo de muchos acontecimientos históricos cruciales, sirviendo muchas veces de lugar principal. Los elementos góticos se entrelazan hábilmente con los detalles románicos.
La construcción comenzó en 1163. Pero tardaron unos 200 años. La construcción de la catedral se terminó ya en 1345. La construcción está situada en el territorio denominado «kilómetro cero». Se dice que es el punto de partida de todas las distancias en Francia.